Fibrosis retroperitoneal

Nos preguntan al respecto, y les dejamos un breve comentario

La FR se caracteriza por la presencia de un tejido retroperitoneal inflamatorio crónico y marcada fibrosis que se desarrolla alrededor de la aorta y los vasos ilíacos, atrapando los uréteres y otros órganos abdominales.
Dos tercios de los casos son idiopáticos, pero puede ser secundaria a neoplasias, infecciones, trauma, cirugía, medicamentos y radioterapia.
La FR puede presentarse de manera aislada o desarrollarse en el seno de una enfermedad sistémica caracterizada por fibrosis en otros órganos.
Diversos estudios enfocados en su patogénesis han sugerido que la FR puede ser incluida bajo el término más amplio de “periaortitis crónica”, junto con los aneurismas inflamatorios de la aorta abdominal y la fibrosis retroperitoneal perianeurismática (FRP) (Figura 3).
Estas tres entidades presentan características histopatológicas similares como inflamación de la adventicia y de la peri-adventicia, adelgazamiento de la media y aterosclerosis avanzada (Tabla 2). Aunque la fibrosis es un componente característico, aparece de manera tardía. En sus comienzos y hacia los bordes activos, la masa retroperitoneal es altamente inflamatoria. El término fibrosis puede llevar a pensar que se trata de una condición de pobre respuesta al tratamiento. Sin embargo, la mayoría de pacientes responden bien al tratamiento con desaparición de la masa6,9.

QUE LA CAUSA?
Al parecer, la fibrosis retroperitoneal idiopática podría ser causada por una reacción alérgica a los componentes lipídicos de la pared aórtica. 
El ceroide, un polímero insoluble de lípidos y proteínas oxidados, parece ser el antígeno blanco. De hecho, se pueden encontrar anticuerpos circulantes contra el ceroide en más del 90% de los pacientes con fibrosis retroperitoneal. 
Una vez que se produce el adelgazamiento o la rotura de la media de la aorta, los antígenos son procesados por los macrófagos de la adventicia. Los antígenos son presentados a los linfocitos, lo que produce una activación de los mismos y la producción de autoanticuerpos. Ello inicia la respuesta inflamatoria, con la llegada de células de defensa al área de aterosclerosis y liberación de numerosas citocinas, factores de crecimiento y sustancias profibrinogénicas. Los macrófagos secretan factor de crecimiento fibroblástico y los linfocitos T secretan factor de crecimiento fibroblástico y factor estimulante de la síntesis de colágeno, lo que resulta en la proliferación de fibroblastos y fibrosis.

Se ha planteado la posibilidad de que las células plasmáticas portadoras de IgG4 desempeñen un papel patogénico en la fibrosis retroperitoneal idiopática. Con todo, algunos sujetos ancianos muestran IgG frente al ceroide sin expresión de la enfermedad, lo que puede indicar que hay una respuesta inmunológica de grado diverso o que se trata de un epifenómeno de la fibrosis retroperitoneal.

El depósito de hemosiderina en algunas placas fibróticas indica una hemorragia retroperitoneal previa que podría contribuir al proceso de fibrosis. También se ha supuesto que el consumo prolongado de metisergida (siendo antagonista de la serotonina), causa un efecto de rebote en la liberación de serotonina. A su vez, la serotonina tiene efectos profibróticos y esto podría ser responsable del desarrollo de la fibrosis retroperitoneal. De hecho, la metisergida se ha relacionado con 12% de los casos de fibrosis retroperitoneal. En el caso de los cánceres relacionados con fibrosis retroperitoneal podrían producir compuestos fibrogénicos, como serotonina y factores de crecimiento. Finalmente, la fibrosis retroperitoneal puede resultar como una respuesta esclerótica a la radioterapia, a las infecciones, a los traumatismos o las lesiones quirúrgicas.

COMO DIAGNOSTICARLA?
Debido a las manifestaciones inespecíficas de la enfermedad y a su rareza, el diagnóstico usualmente es tardío. Los hallazgos clínicos, de laboratorio e imaginológicos pueden sugerir el diagnóstico apropiado. Sin embargo, se requiere el estudio histopatológico de la masa para confirmar el diagnóstico clínico. Respecto a las imágenes diagnósticas, la urografía excretora (UE) fue considerada como el estudio de elección para la detección temprana de la entidad, hasta la disponibilidad de la TAC y la IRM, las cuales ofrecen ventajas notables frente a la radiología convencional. En la UE se puede observar una desviación medial del uréter, usualmente en su tercio medio, empezando a nivel de la tercera y cuarta vértebra lumbar. Esto contrasta con el hecho de que la mayoría de neoplasias retroperitoneales desplazan lateralmente los uréteres. También se pueden apreciar grados variables de obstrucción e hidronefrosis y un “borramiento” del uréter a medida que penetra por la masa inflamatoria36. La obstrucción usualmente es bilateral, pero puede ser asimétrica y unilateral. Hasta un tercio de los pacientes pueden presentarse con riñones no funcionales como resultado de la obstrucción crónica5. Sin embargo, la desviación medial y compresión de los uréteres y la presencia de hidronefrosis pueden ser causados también por tumores ureterales y adenopatías. Además, hasta en un 20% de los individuos sanos se puede apreciar una ubicación medial de los uréteres. Los hallazgos en ultrasonografía (US) pueden mostrar la presencia de una masa centrada en el promontorio sacro, que se puede extender hacia la bifurcación aórtica o hacia la pelvis, de bordes irregulares y relativamente libre de ecos (hipoecoica) en su interior. La US puede detectar, además, la presencia de cambios hidronefróticos. Actualmente, las técnicas de mayor utilidad para el diagnóstico y la evaluación de la respuesta al tratamiento son la TAC y la IRM. La mayoría de pacientes presentan una masa bien definida, con densidad de tejidos blandos que rodea a los aspectos anterior y lateral de la aorta abdominal y de la vena cava inferior. Además, causa con frecuencia desviación medial y compresión extrínseca de los uréteres. La extensión craneocaudal de la masa abarca desde el origen de las arterias renales hasta los vasos ilíacos comunes y en algunos casos compromete la arteria mesentérica superior o los vasos ilíacos internos o externos. En algunas ocasiones, el compromiso puede ser asimétrico o puede afectar los espacios retrocrural, peripancreático, perirenal o presacro. Incluso se puede presentar como múltiples masas con densidad de tejido blando y bordes irregulares, similar a lo que se puede observar en un tumor retroperitoneal primario o en linfadenopatías neoplásicas. 

Referencia: http://www.scielo.org.co/pdf/rcre/v16n4/v16n4a06

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